DAVID GONZÁLEZ. VITORIA. El Correo 03/05/02
Mientras la Europa baloncestística giraba el cuello en dirección al atestado Palamalaguti de Bolonia –donde ayer se cumplió el primer acto de la ‘Final Four’–, el TAU completaba un entrenamiento a puerta abierta bajo la manida denominación de Torneo San Prudencio. Más por la nula oposición del Caprabo Lleida, a quien por fin derrotó el equipo vitoriano este curso después de dos intentonas fallidas, que por la intensidad local.
Dusko Ivanovic había cifrado el partido como una oportunidad ideal para «coger otra vez el ritmo» antes de regresar el miércoles a la arena de la ACB. Lo consiguió en parte. Porque se trató de un duelo de voltaje bajo. Nació remolón y murió con el Baskonia gustándose a la carrera ante un oponente inofensivo y sin ganas de esforzarse.
Con ambos quintetos más pendientes de anotar que de arquear las piernas en sus zonas, algo inherente a estos bolos, Tomasevic fue el mayor beneficiado de la tarde-noche. Aprovechó como nadie la querencia natural azulgrana a mirar dentro de la pintura. Beneficiado por la desidia de los postes ilerdenses, el yugoslavo produjo puntos como nunca. ¡Y desde el primer minuto!
Las penetraciones y los posteriores pases de sus compañeros casi siempre acabaron en sus manos. Con su perenne aire cansino se hartó de levantar los brazos y, casi sin despegar los pies del suelo, dejar el balón en la red tras apoyarse en la tabla y añadir dos dígitos más a su casillero.
El ‘speaker’ desgastó su nombre de tanto pronunciarlo. Anotó 27 de sus 31 tantos en los primeros veinte minutos. Sólo el espíritu competitivo del escolta Grimau –el único que se tomó en serio la cita en los visitantes– puso algo de pimienta (53-42, minuto 20).
Foirest coge el testigo Pero esa mínima oposición se tornó en abandono catalán tras el descanso. Los ya tradicionales ‘dos contra uno’ azulgranas más el relevo en la anotación a cargo de Foirest desembocaron hacia una paliza de órdago. El guión perfecto para un Buesa Arena medio lleno y con mayoría infantil ávida de canastas espectaculares.
Las tuvieron en el último cuarto. El Lleida totalmente ausente permitió al TAU hacer lo que más le gusta; salir a la carrera. Un panorama que, cuando se completa, ofrece la mejor versión baskonista. La cita, además, arrojó otras conclusiones.
Que Harissis se halla más cómodo si tira que si organiza, que pese a su evidente y preocupante cojera Bennett es la mano fría para los balones calientes o que la palabra amistoso no existe en los diccionarios personales de Hugo Sconochini y Andrés Nocioni.
Y al mismo tiempo que el Benetton arrojaba la toalla ante el Kinder a 2.000 kilómetros de Zurbano, Bennett levantaba la copa del San Prudencio. ¡Qué pena no estar en Bolonia!
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