Por Jazzteiz (foro gorrilunurdinak)
Carta de Solomon a los Filistros.
Hermanos:
Nos hemos reunido hoy aquí para hablar de la vida del mártir Marcelo Huertas, así llamado por su padre, que poseía cierta cantidad de terrenos de corta extensión, en los que plantaba verduras, legumbres y a veces, árboles frutales.
El bueno de Marcelo ya desde pequeño también se dedicó a cultivar el bien, y cosechó grandes alabanzas a su paso por tierras norteñas, donde predicó la generosidad y asistió en incontables ocasiones a los necesitados. Al serle requerida su presencia por la congregación a la que pertenecía, decidió hacer camino y puso rumbo a Roma. Como todos los caminos llevan a Roma, decidiese a quedar en Bolonia, donde sufrió gran pesar y grandes amarguras. Recibió entonces la llamada del Señor, a la que acudió raudo, y el joven Marcelo, vio la luz.
Antes de entrar en las filas del ejército de la palabra del Señor, fue a tierras lejanas, al otro lado del océano de Colón, donde logró un éxito dorado bajo la bandera del orden y el progreso. Retornó entonces a la casa del señor. No pasó mucho tiempo antes de que las penalidades se cebaran en él: Al poco de llegar, cayó enfermo víctima de una lesión muscular. Marcelo luchó por recuperarse, y así lo hizo. Dios nos pone piedras en el camino, y a Marcelo, al mártir Marcelo, Dios le puso dos. Y Marcelo tropezó en las dos.
Pasó largo tiempo en cama convaleciente, sufriendo dolores y padeciendo la angustia de no poder predicar la palabra del Señor. Y a día de hoy sigue recuperándose de sus heridas, esperando el momento de volver al lado de su pastor.
Hermanos, que la vida de Marcelo Huertas nos sirva de ejemplo: Un hombre enfermo debe descansar; un hombre sano debe trabajar. Pues si el hombre enfermo trabaja, su labor no será válida, y si el hombre sano descansa, no será bendecido a los ojos del Señor, y caerá en desgracia, y será expulsado del sueño del paraíso, estigmatizado con la marca de Caín, y condenado al destierro eterno.
Así sea.
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