Por Rubén Gazapo Ramos en la web planetacb.com (15/01/21)
Quiero agradecer a Javier Balmaseda que pensara en mí para formar parte de la nueva entrega de relatos relacionados sobre la trayectoria de Fernando Martín.
En el pasado mes de marzo coincidiendo con el inicio del confinamiento, su libro Fernando Martín; Instinto Ganador, fue el elegido por mí para sobrellevar de la mejor manera posible las primeras semanas recluido en casa.
Y la verdad es que fue todo un acierto, porque ha sido uno de los libros de baloncesto que más me han gustado de todos los que tengo que no son pocos.
Una obra en la que prima más el lado humano del jugador, su versión menos conocida, la importancia de su entorno familiar, los testimonios de sus compañeros de camiseta y también los de sus rivales sobre cualquier otra consideración ajena a su trayectoria deportiva. Rehuyendo de los tópicos tan manidos que siempre acompañaron al poste formado en el Ramiro de Maeztu dentro y fuera de las canchas.
¿Qué puedo escribir yo sobre el jugador más mediático del baloncesto español hasta la irrupción de Pau Gasol que no se sepa?
Pues tiraré de mi basta memoria para recordar y vincular mis primeros momentos como aficionado al baloncesto y seguidor baskonista gracias a mi padre en los que Fernando Martín estuvo presente.
Él siempre me recuerda que me levantó en la madrugada del 10 de agosto de 1984 para ver la final olímpica entre España y Estados Unidos, o como salí corriendo, con seis años detrás de Essie Hollis en una calle del centro de Vitoria-Gasteiz.
Una persecución que tuvo como recompensa unas entradas que el gran Essie nos regaló para ver un partido del Baskonia ese mismo día.
Si bien esos recuerdos los tengo muy borrosos en mi cabeza, en cambio ya fui más consciente cuando Fernando Martín se fue a Portland, aunque mi padre me dijera que no jugaba mucho y que más pronto que tarde iba a volver a Madrid.
En esa temporada 86/87 comencé a acudir de manera frecuente al pabellón de Mendizorroza para ver al entonces Caja de Álava entrenado por Pepe Laso.
Me maravillaba ver a Abdul Jeelani y su elegancia, los mates en carrera de Larry Micheaux o la extrañeza que me producía ver como Pablo Laso tenía una mecánica de tiro un tanto rara sacando el balón desde muy abajo a la altura del pecho.
Así fui familiarizándome con la atmósfera de un pabellón con los asientos de madera donde el Baskonia se crecía y hacía de esta cancha una de la más difíciles de la Liga ACB salvo para Real Madrid y Barcelona.
El verano de 1987 fue el del retorno de Martín a Madrid, aunque antes de confirmar su fichaje por el Real Madrid llegó a jugar un partido amistoso como integrante de un combinado de jugadores de la NBA contra la selección española en Santa Cruz de Tenerife.
Privado de la posibilidad de jugar el Eurobasket de 1987 en Atenas con España por aquella absurda norma de la FIBA que vetaba durante tres años a los jugadores procedentes de la NBA en sus competiciones.Fernando Martín volvió a enfundarse la camiseta blanca en la eliminatoria contra el Grupo IFA Granollers correspondiente a la Copa Príncipe de Asturias días antes de arrancar la temporada 87/88 de la Liga ACB.
Una lesión en su maltrecha espalda le apartó de las canchas durante el primer mes y medio de competición y hubo que esperar hasta la séptima jornada liguera para ver de nuevo a Fernando en un partido de nuestra liga el 7 de noviembre.
Fue ante el Baskonia, que comenzaba a conocerse como Taugrés, en el Palacio de los Deportes donde estrenaba su equipación verde con el logo de su nuevo patrocinador. Esa tarde me pegué al radio de la cocina para no perder detalle del partido a través de Radio Vitoria y también de los diferentes carruseles deportivos que emitían Antena 3, la Ser o la Cope.
Fernando Martín que había comenzado a entrenarse junto a sus compañeros en los días previos a este encuentro salía como titular en el equipo de Lolo Sainz y la cámara de Fernando Quíntela recogía para le revista Estrellas del Basket 16 el salto inicial del encuentro protagonizado por el center blanco y Larry Micheaux.
La revista dirigida por Pedro J. Ramírez dedicó su portada y un seguimiento de tres páginas además la crónica del partido a Fernando Martín. Sin estar en su mejor forma física disputó 26 minutos, anotó 20 puntos y atrapó 7 rebotes ante la escuadra alavesa que compitió a un gran nivel hasta mediada la segunda parte.
El Madrid decantó el triunfo tras la quinta falta personal de Micheaux a falta de diez minutos endosando un parcial de 33-9 al cuadro vitoriano para dejar el resultado final en un contundente 102 a 69.
Tras el encuentro la rueda de prensa como no podía ser de otra manera la batería de preguntas de los medios de comunicación giró en torno a la actuación de Fernando Martín.
Sus propios compañeros de equipo destacaron algunos cambios en su juego importados de la NBA.
Así Chechu Biriukov ensalzó: “que defiende mejor que antes, mucho mejor, y sobre todo como gana la posición”.
Juan Antonio Corbalán: “Tiene más visión del baloncesto, y ha demostrado que puede hacer muchas otras cosas bastante más lejos del aro. Ya no tiene por qué quedarse jugando por dentro”.
Wendell Alexis:” Conserva todos los reflejos de la NBA. Ganar la posición, dureza en defensa, y jugar para el equipo”.
Lolo Sainz:” Ha perfeccionado el tiro exterior y los movimientos de pies. Defiende muy bien en la anticipación”.
Manu Moreno, el entrenador del Taugrés Baskonia, valoró el regreso de Fernando Martín en los siguientes términos: “Está más suelto y rápido”.
Foto: El Correo. La primera victoria del Baskonia en la cancha del Real Madrid
Aquella noche del 12 de diciembre llegué con mi padre con bastante antelación al pabellón, tanta que coincidió con la entrada de los jugadores de ambos equipos, y aún con las puertas cerradas para los aficionados.
Fue la primera vez que me atreví a pedir un autógrafo a un jugador y ese honor recayó en Juan Antonio Corbalán, que amablemente se paró junto a nosotros firmarme sobre una hoja de papel. Una rúbrica que guardé dentro del álbum de cromos de esa campaña.
Los hermanos Martín no viajaron a Vitoria y el equipo de Lolo Sainz notó sus ausencias. El Baskonia estuvo a punto de dar la sorpresa, pero el buen hacer de la pareja norteamericana madridista formada por Branson y Alexis lo impidieron. El Real Madrid se llevó la victoria por un ajustado 89-95.
Finalizada la liga regular, Taugrés y Real Madrid volvieron a encontrarse en los playoffs de la ACB. El buen hacer de los jugadores de Manu Moreno en los dos encuentros ante los blancos sirvieron para afrontar los cuartos de final con ilusión y con ganas de complicar una eliminatoria en la que los madridistas partían indiscutiblemente como favoritos.
El Baskonia sorprendió a su rival en el primer partido de la serie con una histórica victoria por 81 a 89 en el Palacio de los Deportes, se trataba además de la primera vez que el club azulgrana conseguía batir al Madrid en la capital en sus 29 años de historia.
Fernando Martín, renqueante por una lesión en el tendón de Aquiles, poco pudo ofrecer a sus compañeros, pero ante una posible eliminación prematura Lolo Sainz se vio obligado a contar con su hombre franquicia también en los dos siguientes duelos.
Así en la previa al segundo duelo de la serié ya en Vitoria, Martín confiaba en la reacción de su equipo: “No creo que volvamos a jugar tan mal. Sería el mayor desastre en la historia del club”. “Cometimos el gran error de salir excesivamente relajados y cuando quisimos darnos cuenta ya no pudimos remontar” añadió.
La reacción blanca llegó y propinó al Taugrés la peor derrota en un partido de playoffs sufrida nunca por 48 puntos de renta (55-103). Pero este varapalo no desanimo a un conjunto que volvía a Madrid para soñar con una nueva hazaña. Y poco le faltó.
El ajustado triunfo local por 90-86 evidenció que el Real Madrid doblegó una eliminatoria pidiendo la hora y con el susto metido en el cuerpo ante un rival envalentonado y poco acostumbrado a jugar partidos de tal trascendencia.
A partir de esa temporada los duelos entre azulgranas y merengues se sucedieron hasta surgir una nueva rivalidad entre ambos clubes que aún se mantiene tres décadas después ya al más alto nivel competitivo.
Si tuviera que elegir uno de los partidos que más me han marcado en mi vida como aficionado del Baskonia, ese fue el disputado el 20 de noviembre de 1988. El Real Madrid viajó a Vitoria pocos días después de haberse coronado campeón de la Copa del Rey en La Coruña y que esa temporada se había reforzado nada más y nada menos que con Drazen Petrovic.
Los blancos no pudieron vencer a un Taugrés que se hizo fuerte en Mendizorroza y superó por 99 a 90 a su contrincante pese a los 20 puntos y 16 rebotes de Fernando Martín y los 33 puntos encestados por el genio de Sibenik.
Pero el verdadero jugador del partido fue Pablo Laso que registraba su mejor partido como baskonista hasta entonces a sus 21 años recién cumplidos. El base vitoriano anotó 21 puntos e imprimió su endiablada velocidad en la dirección del partido para asistir a Ralph McPherson, Larry Micheaux y Alberto Ortega como aliados en una inspirada segunda que permitió al Baskonia conquistar el triunfo ante el reciente campeón de la Copa del Rey
Aquella noche en el pabellón vitoriano registró el mayor lleno que se recuerda en sus gradas pese a que la ficha del partido recogía 4.000 espectadores como cifra oficial. Puedo asegurar que fueron más. Pasillos y escaleras repletos de niños con entradas infantiles, pero sin asiento asignado.
Cualquier mínimo espacio servía de trinchera para presenciar el partido. Definitivamente Mendizorroza se había quedado pequeño para un club y una afición que aspiraban a ser más grandes.
Baskonia y Real Madrid volvieron a encontrarse en los playoffs de cuartos de final de la Liga ACB. En esta ocasión, la serie se resolvió por la vía rápida para los blancos en el segundo encuentro disputado en Vitoria con un duelo aguerrido y emocionante que resolvió en los instantes finales. Fernando Martín firmó dobles figuras con 12 puntos y 10 rebotes.
La última visita de Fernando Martín
El pívot madrileño visitó Vitoria por última vez el 14 de octubre de 1989 en la sexta jornada de la temporada 89/90. El Madrid afrontaba este encuentro invicto, pero con la lección bien aprendida de la derrota sufrida un año antes en el mismo escenario.
Se encontró un Baskonia que tuvo de nuevo al Real contra las cuerdas pero que en esta ocasión no supo o no pudo sentenciar. Los blancos ganaron por un apurado 85-90 con un sensacional Fernando que registró dobles figuras (27 puntos y 12 rebotes).
Fue uno de sus últimos partidos. Después de medirse al Baskonia, Martín jugó tres encuentros más. Se enfrentó al F.C. Barcelona, a Unicaja y al Grupo IFA Granollers mediado el mes de noviembre. Una nueva lesión le apartó de las canchas y ya nunca más llegó a enfundarse su uniforme del Real Madrid ni sus Converse Cons que recogía en sus visitas a Vitoria donde se ubicaba la distribuidora en España de esta histórica marca de ropa deportiva.
La fatídica tarde del 3 de diciembre de 1989 una trágica noticia alteraba la sobremesa a los amantes del baloncesto y de una sociedad entera que veía como uno de sus grandes emblemas.
Martín se dejaba la vida con tan solo 27 años en un accidente de tráfico en la M-30 acababa con la vida de Fernando Martín cuando se dirigía hacia el Palacio de los Deportes de Madrid antes del encuentro entre su equipo y el Cai de Zaragoza.
Esa tarde como ocurrió en todos los pabellones de la Liga ACB Mendizorroza acogió el partido entre el Taugrés y Ram Joventut de Badalona en un ambiente de desolación, tristeza e incredibilidad ante la trágica noticia.
Más de un jugador planteó no jugar el partido y entre las filas vitorianas, Chicho Sibilio fue el más afectado. Lo mismo ocurría en el conjunto verdinegro con los que fueron sus compañeros en la selección como Jordi Villacampa, Rafa Jofresa o José Antonio Montero entre otros.
Un respetuoso minuto de silencio sirvió como homenaje a ese bravo jugador que tantas veces había sido increpado por los seguidores baskonsitas pero que fuera de la tensión del partido era admirado y respetado por todos los que ya por entonces el baloncesto había marcado nuestro modo de vida.
Tiempo de lectura estimado: 12 minutos
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